🔴Comenzamos a calentarnos y ahí empieza mi angustia. No me quito de la cabeza que de nuevo pueda tener un gatillazo.
🔴He dejado de quedar con chicas porque no quiero hacer el ridículo.
🔴Cuando mi novia me dice que viene el fin de semana a casa no dejo de pensar en cómo evitar acostarnos.
🔴Ya casi no tenemos sexo porque las últimas veces han sido horribles.
🔴Me angustia pensar que esto me va a pasar siempre.
🔴No satisfago las necesidades de mi pareja. Cualquier día me deja por otro.
🔴Mi pareja me dice que esto ocurre porque no la deseo. Este pensamiento me hace sufrir porque no es así.
🔴Desde que no consigo mantener la erección me considero “menos hombre”.
🔴Este problema me está afectando en todos los ámbitos de mi vida. Me siento inseguro y no me lo quito de la cabeza.
🔴Cuando llega a la cama me hago el dormido. Temo que me vuelva a pasar y se lo cuente a sus amigas.
Estas son algunas de las frases que expresan mis pacientes en consulta. ¿Te has sentido identificado en alguna de ellas?
Antes de nada, me gustaría aclararte que un gatillazo no es lo mismo que la disfunción eréctil. Es más, aunque los hombres no sois de compartir estas cosas entre vosotros porque sentís cierta vergüenza, te diré que los comúnmente conocidos como gatillazos son más frecuentes de lo que pensáis. Puede estar provocado por el estrés o el consumo de drogas y alcohol. En conclusión, un gatillazo es algo puntual y normal.
Las dificultades relacionadas con la erección son uno de los motivos que más se presentan en consulta sexológica. Cuando hablamos de disfunción eréctil nos referimos a la incapacidad para conseguir y mantener una erección ante determinadas circunstancias o siempre, y ello provoca insatisfacción, preocupación, angustia y/o miedo, entre otras cosas, en la persona que lo sufre. Estos problemas de erección tienen que presentarse durante un periodo aproximado de 3 meses.
Según la ASESA (Asociación Española de Andrología, Medicina Sexual y Reproductiva), más de un 20% de hombres de entre 25 y 70 años, sufren disfunción eréctil sin estar diagnosticada o tratada. De la totalidad de afectados de la población total masculina española, sólo un 23% está diagnosticado y tratándose.
En un primer momento, siempre es necesario descartar que ello se deba a causas orgánicas. Es primordial que el paciente haya acudido a su médico y se hayan realizado las pruebas pertinentes para desechar que el origen de la disfunción eréctil sea algo físico. También será importante conocer la medicación y estilo de vida de la persona que llega a consulta, así como su historia sexual y social.
Está claro que todo lo que nos da placer tendemos a repetirlo y lo que nos da displacer a evitarlo por lo que no es de extrañar que, ante el miedo, la angustia, vergüenza, etc., que les ocasiona el hecho de no tener o perder la erección, las personas tiendan a evitar esos encuentros sexuales.
Por suerte, existen diversas técnicas y tareas que ayudan en muchos casos a resolver esta cuestión y a que puedas disfrutar plenamente de tu sexualidad. Por supuesto, no todas valen para todos, ya que cada caso es diferente y hay que tratarlo de manera totalmente personalizada. Además, se hace imprescindible que se realice paralelamente una acción pedagógica con el paciente para que entienda qué factores intervienen en su respuesta sexual y sea consciente de las ideas erróneas que tiene sobre la sexualidad en general.
¿Te ha pasado o te pasa? ¿Le pasa a tu pareja? ¿Qué sentimientos surgen? ¿Esto es motivo de preocupación? ¿Discutes con tu pareja por ello?
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